Así es, luego de muchos años en los que viví pensando que la vida era una batalla en contra del tiempo, una carrera interminable por alcanzar logros y conseguir dinero y una competencia y una obcecada competencia para encajar con los standares de belleza y perfección para tener una pareja; decidió volverme una mujer de la vida fácil y la verdad es que, al principio me costó… y no te voy a mentir, no me costó sólo un poco, me costó MUCHÍSIIMO.
Paradógicamente, aunque muchos de nosotros anhelamos una vida fluída, tranquila y fácil, en la que las cosas que deseamos ocurran de manera natural y sin mucho esfuerzo, tenemos en nuestra mente innumerables ideas que descalifican, juzgan y condenan esas características.
Piensa por un instante, qué ideas surgen de manera inmediata cuando escuchas o dices frases como «dinero fácil», «vida fácil», «beneficios sin esfuerzo». No sé para ti, pero para la mayoría de los humanos, al menos en nuestra cultura, eso les lleva a expresiones de descalificación, duda e incluso incomodidad y vergüenza.
Las personas se han obsesionado con la idea de que lo bueno cuesta, de que deben hacer esfuerzos enormes para que las cosas realmente ocurran, que lo que llega fácilmente, fácilmente se va, o peor aún, que lo que logran sin esfuerzo no tiene el mismo valor que aquello por lo que deben luchar y desgastarse.
Yo fui una de ellas hasta hace muy poco tiempo. Pasé muchos años de mi vida convencida de que había que levantarme cada día a emprender una batalla contra el tiempo, a luchar por obtener reconocimiento, a esforzarme por hacer todo de manera perfecta y así lograr una mejor posición laboral y profesional. Creía ciegamente que para construir una pareja había que luchar con mi cuerpo para tener uno que atrajera al hombre adecuado, renunciar a cosas que me gustaban porque podrían no estar a su altura, aprender y adaptarme a cosas que me costaban porque era lo necesario para ser suficiente. Y en el tema del dinero, me embarqué en una competencia irracional en la que había que aprender y luchar cada vez más fuerte para tener más cosas, más viajes, más status… y todo por un precio que jamás contemplé: menos vida. ¿Te suena familiar?
Hoy puedo decir que la vida es PERFECTA y MARAVILLOSA, y siempre está actuando a nuestro favor, aunque eso no fue lo que sentí cuando la pareja, el dinero, el éxito y el reconocimiento por el que había luchado TODA MI VIDA, se esfumaron en una sola semana. Ahí lo que sentí es que la vida era una m…. (algo muy injusto 😣)
Sin embargo, esa fue la semana en la que mi vida dio un vuelco y trajo lo que yo llamo un regalo mal envuelto. Con una apariencia de caos absoluto, ese momento de mi vida me estaba dando la oportunidad de observar, dudar, reflexionar y tomar una decisión.
Había dos opciones: seguir viviendo de la misma manera que lo había hecho siempre, con la certeza de que los resultados siempre serían similares; o aprender una forma distinta de hacer las cosas, lo que me ponía de frente con la incertidumbre y todo lo que ella representa para el ser humano (miedo, expectativa, emoción, etc).
Claramente no fue una elección sencilla, pero decidí lanzarme a la aventura de vivir de una manera distinta, y eso implicaba abandonar la lucha, renunciar a mis creencias, dejar de lado la vanidad y la ilusión de control, y aferrarme a algo de lo que antes sólo hablaba pero que desconocía en realidad y no tenía idea de cómo practicarla de verdad: la confianza absoluta.
Aquí no se trataba de tener la billetera llena y confiar, de tener mi pareja y confiar, de tener una marca reconocida y confiar, ni de saber hacia donde me dirigía y confiar. Aquí se trataba de confiar sin tener ni saber nada. La tarea era clara y concisa: Aprender a confiar, confiando.
Esa fue la decisión que tomé y quiero que sepas algo: ¡NO FUNCIONÓ! 🤬. Las cosas no empezaron a salir como yo esperaba. Mi pareja no regresó, el dinero no llegó, la marca no se mantuvo a flote… pasaron días, semanas y MESES antes que algo empezara a moverse, y ahí otra lección fundamental: los resultados se ven cuando los aprendizajes se integran, ni antes ni después.
Hoy la historia es otra y puedo decirte que estoy viviendo la vida de mis sueños, y tengo la certeza de que esto no habría sido posible si alguna cosa de las que he vivido hubiese sido distinta.
Podría hablarte de cientos de cosas que comprendí y que me permitieron desarrollar e implementar muchas de las herramientas que hoy uso y comparto en temas de pareja, de éxito profresiona, de fortalecimiento de mi salud física y mental; pero esta vez quiero centrarme en el aprendizaje más significativo con respecto al dinero y cómo mi realidad en esa área se transformó de manera radical y sostenida: comprendí que el dinero NO ES UNA COSA que se consiga al perseguirla desesperadamente a punta de esfuerzo y sacrificio. Entendí que el dinero es una ENERGÍA con la que construyes una relación a través de la cual el llega a ti de manera fácil y suficiente, para acompañarte a crecer y con el objetivo principal de que tengas una vida de plenitud y satisfacción.
Suena interesante ¿verdad? Déjame decirte algo: saber esto es absolutamente transformador y liberador; y al mismo tiempo requiere apertura, disposición y constancia para integrarlo y empezar a ver cambios fácticos en tu vida diaria.
Ahora ¿cómo lo haces? Te voy a compartir tres pasos sencillos y muy poderosos que puedes implementar a partir de hoy, para empezar a construir y fortalecer tu relación con el dinero:
- Instala pensamientos de certeza y confianza con respecto al dinero: Esto lo puedes hacer identificando cada día el dinero que SI tienes, los recursos de los que SÍ puedes disfrutar hoy gracias al dinero que llega a tu vida, y agradeciendo cada vez que recibes y que das dinero.
- Construye un presupuesto mensual en el que, de manera anticipada, transmitas tu intención de gasto. La organización en tu mente, hace que el dinero necesario para cubrir tus planes, encuentre caminos para llegar a ti; si no sabes para qué necesitas el dinero, él tampoco sabrá para qué llegar a ti.
- Empieza a practicar vivir una vida fácil, que no es otra cosa que vivir tus días sin lucha, sin esfuerzo, sin sacrificio; y en lugar de ello, ocuparme de invertir tu tiempo y tu energía en hacer lo que amas, lo que haces con excelencia de manera natural; crear cada día espacios para conectar con tus talentos y sentirte orgulloso y pleno poniéndolos a tu servicio y el de los demás.
Y al final de este recorrido conectar con lo que yo he denominado la RIQUEZA RADICAL, que no es otra cosa, que una vida de plenitud y satisfacción; esa que a ti y a mi nos corresponde por Derecho Divino 🎇.
Diana Delgado